domingo, 17 de junio de 2012

Psicosis… como ningún otro problema mental

Margarita Calle Arancibia En un motel de aspecto totalmente inofensivo se desarrolla una de las historias de suspenso que marcó un hito en la historia del cine. La banda sonora de Benard Hermman, ameniza la escena en la que una joven es acuchillada salvajemente en la ducha. Sangre, mucha sangre. Nunca vi la película. Y no tengo planeado hacerlo. Me encontré de casualidad con el libro, en una tienda de segunda a un precio muy cómodo, y fue suficiente que la portada tenga en letras amarillas con fondo negro la palabra “Psicosis”, para que con entusiasmo pocas veces visto me vea envuelta en este argumento. Uno de los filmes de suspenso más conocidos que tiene como inspiración a su homónimo de Robert Bloch. Me atrapó desde el primer momento. Una lectura ágil, amena e impredecible, en la que cada línea te depara un nuevo sentimiento, una nueva sensación. Los pelos se te erizan por lo que acaba de pasar, y por lo que no sabes que va a pasar. Sin matar la ilusión, explico por qué éste puede ser uno de los mejores libros que he leído. Un día lluvioso, una joven viajera algo angustiada llega eventualmente a un motel en la vieja carretera. Norman Bates, dueño del apacible parador, introvertido y poco confiable, dominado por la presencia obsesiva de la figura materna, se incomoda por las palabras imprudentes de su visitante, que causa una profunda conmoción en su vida extraña y solitaria. Unos tragos de más, una rendija en la pared, el rostro pintarrajeado de una anciana, una navaja de afeitar… De un modo vertiginoso uno se queda atrapado en los momentos de máximo suspenso que una obra literaria puede ofrecer, hasta sumergirnos en un laberinto interior de una persona que sufre de graves problemas mentales. Así, Psicosis, obra maestra de Bloch, publicada por primera vez en 1959, ha traspasado los límites del mito provocado por el clásico de Alfred Hitchcock. Te quedas muerto —del susto—, literalmente.

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