domingo, 12 de septiembre de 2010

Francisco Izquierdo Ríos en su centenario

El cantor de la Amazonía

Francisco Izquierdo Ríos (Saposoa, 1910 – Lima, 1981) habría cumplido el 29 de agosto último cien años. Su obra pone en valor la selva como contexto, y a sus grupos étnicos como personajes.
Educador de profesión, ejerció el magisterio en distintas partes del norte del país, particularmente en la zona oriental, en comunidades muy apartadas, lo cual desarrolló en él su conciencia y militancia social. Fue además inspector de educación, cargo que no le fue grato, como él mismo deja constancia en “Motivaciones del escritor”: “obtuve en concurso la plaza de inspector de educación de una provincia serrana, pero a los pocos días de haber asumido el cargo, porque no les convenía a los políticos del lugar, fui trasladado violentamente a una lejana provincia de la selva”, nos cuenta. “Mi mujer se encontraba con avanzados meses de gravidez. No tenía otro camino que viajar a la selva para no quedarme sin trabajo, en la calle. Con el propósito de dejar a mi familia en Chachapoyas, me dirigí a esta ciudad llevando a mi mujer con sumo cuidado por esos caminos escabrosos de la sierra halando mi caballo como el San José bíblico, pero, desgraciadamente, en una desolada escarpa de la sierra, al atardecer no pudo resistir las exigencias de un parto prematuro: nacieron mellizos, quienes después de algunos minutos murieron y los enterré bajo unos nopales, una noche sin estrellas”.
Desempeñó también el cargo de jefe de informaciones del Ministerio de Educación y, tiempo después, el de jefe de la sección de folclor y artes populares. Fue además jefe del departamento de publicaciones de la Casa de la Cultura del Perú, y finalmente director del fondo editorial del Instituto Nacional de Cultura.
Uno de sus cuentos más famosos es “El bagrecico”, que trata de un pequeño bagre que deja su riachuelito natal de la Selva Alta y parte rumbo al mar, instruido por un viejo bagre que, tiempo atrás, realizó el mismo recorrido.
El estudioso Luis Yañez incluyó este cuento en su célebre antología “Cuentos peruanos”, donde escribió que “Izquierdo nos revela, a través de una obra paciente y disciplinadamente elaborada, el mundo de leyenda de nuestra Amazonía. Aunque buen número de sus obras están dirigidas a los niños, esta circunstancia no invalida en absoluto el valor de su producción literaria. Sus cuentos y novelas se construyen con un lenguaje sencillo y directo que sabe decir bellas y apasionantes historias de la selva”.


MÁS DATOS:
Francisco Izquierdo Ríos nació en Saposoa (a orillas del río Huallaga, provincia de Moyobamba, departamento de San Martín) el 29 de agosto de 1910; y falleció en Lima el 30 de junio de 1981. Es autor de los libros “Sacha puyas” —poesía— (1936), “Ande y Selva” —estampas folclóricas— (1938), “Cuentos del tío Doroteo” (1950), “Días oscuros” —novela— (1950), “Papagayo, el amigo de los niños” (1952), “Gregorillo” —novela— (1957), “Mi aldea” —cuentos— (1963), “El colibrí con cola de Pavo real” —cuentos— (1965), “Los cuentos de Adán torres” (1965), “Sinti el viborero” —cuentos— ( 1967), “Mateo Paiva, el maestro” —novela— (1968), “Cinco poetas y una novelista” (1969), “Muyuna” —novelas breves— (1970), “Belen” —cuentos— (1971), “El árbol blanco” —cuentos— (1972), “Pueblo y bosque (1975), “Voyá” —cuentos— (1978), “En la tierra de los árboles” —novela— (1979), entre otros.



Francisco Izquierdo Ríos
El bagrecico
(Fragmento)

El nuevo río, un coloso, se unía con otro igual, formando el Amazonas, el río más grande de la Tierra. Nuestro bagrecico entró en ese prodigio de la Naturaleza a las primeras luces del día, cuando los bosques de las márgenes eran una sinfonía de cantos y gritos de animales salvajes... Allá, en el remoto riachuelito natal, el abuelo le había hablado también mucho del Rey de los Ríos. Por él tenía que llegar al mar, ya él no daba sus aguas a otro río... No se veía el fondo ni las orillas... Era, pues, el río más grande del mundo. “Debes tener mucho cuidado con los buques”, le había advertido el abuelo. Y el bagrecico pasaba distante de esos monstruos que circulaban por las aguas, con estrépito...
Una madrugada subió a la superficie para mirar el lucero del alba, digamos mejor para admirarlo, ya que nuestro bagrecico era sensible a la belleza; el lucero del alba, casi sobre el río, parecía una victoria regia de lágrimas... después de bañarse de su luz, el bagrecico se hundió en las aguas, produciendo un leve ruido y leve oleaje.
Durante varias horas de una tarde lluviosa lo persiguió un pez de mayor tamaño que un hombre, para devorarlo. El pobre bagrecico corría a toda velocidad de sus fuerzas... corría... corría... de pronto columbró un hueco en la orilla, y se ocultó en él... de donde miraba a su terrible enemigo, que iba y venía y, finalmente, desapareció.

Mucho tiempo viajó por el río más grande del planeta, pasando frente a puertos, pueblos, haciendas, ciudades, hasta que una noche con luna llena enorme, redonda, llegó a la desembocadura... El río era allí extraordinariamente ancho y penetraba retumbando más de cien leguas en el mar. “¡El mar!”, se dijo el bagrecico, profundamente emocionado. “¡El mar!”. Lo vio esa noche de luna llena como un transparente abismo verde...


Lea el cuento completo en: http://www.diarioinca.com/2009/08/el-bagrecico-francisco-izquierdo-rios.html

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