Edgardo Rivera Martínez
Fue para mí una muy grata experiencia concurrir, invitado por la Segunda Feria del Libro Zona Huancayo, así como lo han hecho otros autores y docentes universitarios. Muy grata por el buen número de editoriales que se hicieron presentes, y el gran público que visitó los stands en los que se exhibían y vendían libros de las más diversas materias, como literatura, ingeniería, economía, ciencias sociales, matemáticas, sociología, etc. Y todo ello en un centro comercial muy concurrido y magníficamente iluminado. No es de sorprender, entonces, que cuando me tocó hacer uso de la palabra expresara mi más cálida felicitación a los organizadores señores Willy Mateo Cisneros, Director Gerente General, y Jair Pérez Bráñez, Director Cultural.
Se presentaron en la Feria muchos escritores e intelectuales de trayectoria que sería largo enumerar, y sobre todo jóvenes, como Alessandra Tenorio, Sandro Bossio, Jorge Ruiz Roncal.
Como todos sabemos el libro es, desde tiempos muy antiguos, un instrumento fundamental para el aprendizaje, la investigación, la creación literaria, la difusión de los conocimientos y la cultura, aún en estos tiempos en que el uso de Internet puede proporcionar una ayuda, pero una que es complementaria. La difusión del libro, en todas las áreas, es pues también esencial para el desarrollo y la elevación del nivel cultural en nuestra patria, y en especial de nuestro valle, tan hermoso, y con ciudades y pueblos de un diferenciado sello y una rica tradición en sus manifestaciones populares.
He vuelto a visitar Huancayo al cabo de bastantes años. Me ha sorprendido muy gratamente el gran desarrollo y dinamismo que muestra. Se podría decir que en lo económico es el eje de la región central de nuestro país. Muestra también, como es casi inevitable, una gran congestión vehicular, una innumerable cantidad de establecimientos comerciales, y un gran avance en el desarrollo urbanístico en gran parte de su periferia. Un contexto en que era de esperar el memorable acontecimiento que esta Feria significa, en Huancayo y en toda la región en que se ubica.
Mi agradecimiento, de otro lado, y el de mi esposa, también escritora, por el homenaje a la incansable y cultivada luchadora social que fue Maruja Martínez, jaujina como yo, y que dejó una obra escrita y el recuerdo de sus acciones en favor de los pobres y por un orden social más justo y humano.
Nuevamente, pues, mi entusiasta felicitación a los organizadores, a los participantes y al público que ha asistido.
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