La nueva sangre de la literatura
Huancayo es una ciudad de escritores precoces. En los años ochenta tuvimos un buen poeta niño: Angelino Sinchitullo; en los noventa una prometedora novelista niña: Antonia Sinchitullo; y en la primera década del nuevo milenio una muy buena cuentista niña: Isabel Gutarra.
Ahora ha surgido Ronald Santana Sovero, un inquieto niño de doce años que ha publicado su primera novela: “Cuando dos mundos hablan”. Se trata de un relato sencillo, lleno de la imaginación propia de un muchacho de su edad, donde se dan la mano la fantasía (magia negra, hechicería, muertos vivientes), tecnología (páginas web, juegos de video, rastreo satelital) y violencia propia de nuestra época. La imaginación fluye. Pero lo interesante del texto es que, además de estos elementos propios de una entelequia infantil sana, también hay componentes sociales y humanos, como la voz interna que protesta por la violencia desmedida de la nueva humanidad. El eterno enfrentamiento entre Ticos y Contíos es, a la sazón, la justificación que, literariamente, representa la postura que Ronald tiene contra esa violencia.
Un mayor aprendizaje de las técnicas y un mejor cuidado de la edición (responsabilidad entera del editor) son las recomendaciones para este jovencísimo autor, quien debe seguir bregando puesto que nos ha demostrado que no le falta talento.
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