Betty Blue
Jean-Jacques Beineix
Conocía a Betty hacía una semana. Fornicábamos todas las noches. La desnudaba violentamente mientras ella recorría mi dorso con sus uñas afiladas, hasta que mordía sus pezones y por fin se tranquilizaba. Deslizaba mi lengua hasta su Monte de Venus, donde me obligaba a entrar y dormir en sus adentros. El pronóstico anunciaba tormentas. Era como una flor con antenas translúcidas y corazón de plástico. Yo no quería explicaciones, sólo la quería a ella.
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