domingo, 28 de abril de 2013

El idioma Español en directo


Carlos Villanes Cairo
(Desde Madrid)

Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura 1945.
Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel de Literatura 1967.
Pablo Neruda, Premio Nobel de Literatura 1971.
Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura 1982.
Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura 1990.
Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010.
Estamos frente al corpus de un idioma gigantesco. Tiene 500 millones de hablantes en los cinco continentes. Su léxico crece cada día y adquiere particularidades según dónde, cómo y quién lo ejercite. Desde hace mil años, sirve a gente de todas las condiciones sociales y culturales, pero también a escritores de variado pelaje, de los cuales once son Premios Nobel de Literatura y otros tantos lo merecieron sin llegar a obtener el esquivo galardón.
 A lo largo de los años, como escritor y docente, he tenido que absolver preguntas sobre el idioma. Aquí, un poco al voleo, el recuerdo de algunas:

¿Cuántos nombres tiene el idioma y cuál es el verdadero?
Varios. Se llama “Castellano” porque nació en Castilla la Vieja, pero ha crecido y ese nombre se queda chico; “Español”, sí abarca gran parte de la península Ibérica, sin descuidar el resto de sus fronteras lingüísticas.

¿Cuál hablamos nosotros?
El Español americano, y más propiamente, en nuestro país, el Español peruano. Le hemos aportado más de 5 mil palabras, desde criollismos, quechuismos y usos singulares de la lengua general. Palabras como carpa, cancha (de fútbol), pucho, maracuyá, amaru —amalu en lengua wanka— y cientos de topónimos como Huancayo, que viene de “wanka-yoc”, son palabras quechuas ahora españolizadas por la Real Academia.

¿Son todos los españoles fieles a su lengua madre?
Falso. En España los andaluces sesean, acortan las palabras y hacen cantarina la entonación; en Galicia, abundan defectos sintácticos y malforman los diminutivos; en Cataluña, glotalizan la “l”, la distonía es notoria y luchan por desterrar el idioma Español de su tierra, son 7 millones de seres que prefieren hablar en catalán; en Aragón, manipulan los diminutivos y también hay errores de construcción; en las Islas Canarias hay seseo, se dan registros caribeños —venezolanos y cubanos— a la entonación y alientan impropiedades: llaman “millo” al maíz; “guagua” al autobús, “chinijos” a los niños, etc.

¿Es verdad que en EE.UU. y Brasil se maneja más Español que en España?
Cierto. 50 millones de hispanos hablan más que los 40 millones de peninsulares, y dentro de unos años, en Brasil más gente departirá en Español, porque su uso es obligatorio como segunda lengua en colegios y universidades.

¿Qué tal hablan los madrileños?
En general bien, pero cuidado, porque dan diferente significación, que nosotros, a muchas cosas: “bombona de butano” a nuestro balón de gas, “zumo de melocotón” al jugo de durazno; “cafelito” o “cafetito” a nuestro cafecito; se “montan en los aviones y carros”; se “echan” las fotos; son “americanas”, nuestros sacos de vestir; “jerseis”, las chompas; “rebecas”, las chompas abiertas de mujer; al mediodía, se “come”; nuestros boletos son “billetes”; no hay “sobrevivientes” sino supervivientes; “judiones” son los pallares; “judías”, los frejoles; “boniatos”, los camotes; “limas”, nuestros limones; “chatas”, de cariño,  las chicas  por altas que sean; “cubierta” es la carátula; “vuelta”, el vuelto en monedas; “suspense”, el suspenso; el alumno no recibe clases sino que “las da”; y un etcétera larguísimo, y además con notables particularidades en la construcción, modismos y neologismos. Nos daría para escribir un libro voluminoso.

¿Qué me dice de las palabras “vente” y “trenta”?
Que me chirrían en los oídos. El 80 % de locutores profesionales de radio, televisión y personas entre los 20 y 60 años, en España, llaman “vente” al número veinte y “trenta” al treinta, de muestra un botón: el señor Rajoy, presidente del país, dice “trenta”. Sin embargo, en periódicos, revistas o libros nadie escribe vente, ni trenta.

¿Quiénes difunden y enriquecen  nuestro idioma?
El pueblo culto soberano. Los escritores, y mención especial merecen los columnistas y articulistas de periódicos, en realidad, lo hacen extraordinariamente bien, aunque, como decía mi amigo y maestro Francisco Umbral, no falta alguno que piensa con el hígado o la barriga y escribe con las patas. También merece destacar el gran trabajo del Instituto Cervantes de Madrid, tiene cerca de 50 sucursales en las principales ciudades del mundo de habla no española, y desarrolla una labor fecunda de difusión y magisterio.

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