La
bebedora
Maritza Iriarte
La campesina bajó al riachuelo, como todas las mañanas;
hundió sus manos en el agua, pero no sació su sed. Luego de unos cuantos
sorbos, el sendero la llevó a la saliente del río, más agua cristalina que no
la hartaba ni borraba el recuerdo del Rudecindo que la abandonó. Con la
garganta seca, regresó a la cabaña y, entonces, la tormenta indomable desató su
furia, su llanto inundó los cultivos y arrasó los poblados buscando el río
donde las aguas se volvieran a encontrar.
sENCILLAMENTE EXPECTACULAR FELICITACIONES..... ES NUESTRO PERU
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