lunes, 27 de diciembre de 2010

La Navidad andina


Leonardo Carlos Mendoza Mesías*

La Navidad está a la vuelta de la esquina, y con ella llega todo un mundo de algarabía, sobre todo para los más pequeños. Esta desbordante expresión humana también llega a las zonas rurales y ni qué decir de los pueblos andinos.

“Músicos” de Jesús Víctor Salvador.

La Navidad, en un principio, fue un elemento exógeno a las culturas andinas. Hoy en día son parte de ella y están enraizadas en su conciencia y su sentir, sobre todo en lo referente a la llegada del Niño Jesús y la maternidad de la Virgen María.
En el contexto rural actual, la llegada del Niño Jesús ha significado, por un lado, la celebración de su Natividad mediante la realización de festividades como su mismo nacimiento, “la bajada del niño”, el 24 de diciembre por la noche. Así también, la preparación de la cena navideña con platos especiales y reuniones familiares, hasta la bajada de los reyes, el reconocimiento social que debe dársele al recién nacido.
La llegada de Jesús se ve representada de las más diversas, primorosas y especiales formas, como por ejemplo, los nacimientos, los retablos, los tallados, todas aludiendo al Niño Jesusito o Niño Manuelito.
Si bien las celebraciones son las muestras de afecto fraterno entre seres humanos, las representaciones y recreaciones del nacimiento de Jesús son la del afecto del hombre andino hacia el hijo de Dios, su protector. Es evidente, entonces, que la llegada de la Navidad exalta la espiritualidad del poblador andino, pero también su creatividad artesanal, el sentido estético y su devoción religiosa.
La Navidad andina ha ido desarrollando características peculiares, integrando elementos propios en cada región. Estos elementos, digamos, particulares, son integrados con sumo cuidado. Son visibles principalmente en dos: los nacimientos de iglesias y casas y en las comidas. Así, es común ver en muchos nacimientos que el Niño Jesús está ataviado con su ropita andina: chullo, pantaloncito de bayeta, poncho y ojotas, al igual que la virgen María y San José. También son habituales con una fisonomía de rasgos andinos.
En cuanto a la comida encontramos que, si bien el pavo es una tradición citadina, es reemplazado por el lechón o gallina al horno, sobre todo en hogares andinos o en los que provienen de él; y es complementado casi siempre con un plato de mondongo.
Ya casi estamos en Navidad. Recordemos que todos esos elementos, como las festividades, representaciones de nacimientos, los retablos o nuestras comidas son parte nuestra y de nuestros pueblos.

* Docente de la Universidad Nacional del Centro del Perú.



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