El animal moribundo
Philip Roth
La cintura, cilíndrica como un tallo; la anchura pélvica y los muslos de suave curvatura; el llameante triángulo de vello en el lugar donde los muslos se separan; el desnudo que tiene el sello de Modigliani, la accesible y longilínea muchacha soñada que él pintaba como un ritual y que Consuelo había elegido para enviármela, con tan poco recato, por el correo nacional. Un desnudo cuyos senos, voluminosos y algo inclinados al lado, podrían haber tomado los suyos como modelo. Un desnudo representado con los ojos cerrados, sin más defensa, como Consuelo, que su poder erótico y, también como Consuelo, elemental y elegante al mismo tiempo. Un desnudo de piel dorada, inexplicablemente dormido sobre un abismo de terciopelo negro que, dado mi estado de ánimo, asocié con la tumba.
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