sábado, 7 de agosto de 2010

Ágora de la ciudad: ¿Los nuevos espacios públicos?

Máximo Orellana Tapia

Hace unos días, durante el desarrollo del Seminario “Espacios públicos y ciudadanía en el Perú actual”, la Municipalidad de Huancayo expuso acerca de los proyectos que se hicieron y los que están por realizarse, y se pudo ver la magra y contradictoria situación por la que atraviesan nuestros espacios públicos, con intervenciones carentes de análisis y, como siempre, abarrotadas de alegorías e íconos que intentan resolver los problemas de manera epidérmica y chapucera, además de mediática y virtual en cuanto a futuros proyectos de espacios urbanos.
Uno de los principales expositores fue el arquitecto Wiley Ludeña Urquizo —investigador y profesor universitario en importantes facultades de Arquitectura del país y es autor de numerosas publicaciones—,a través de diversas fotografías de obras que se vienen ejecutando en Lima y en el resto del país, alertó sobre el peligro en cómo se viene transformando y urbanizando nuestras ciudades con edificaciones de gran densidad como condominios, edificios de departamentos o centros comerciales. Aclaró, eso sí, que no es que no deban hacerse. El problema es la forma como están siendo implantadas, pues en gran parte constituyen ghettos aislados e influyen negativamente en la calidad de vida que se ha de tener en las ciudades peruanas.
Muchas de estas edificaciones son producto del “boom” inmobiliario, que en su mayoría no generan espacios públicos porque lo que más persiguen sus promotores es “utilidad y beneficios rentistas” lo cual es permitido por gobiernos laxos faltos de autoridad, comisiones revisoras endebles y faltas de visión de ciudad. Huancayo no es ajeno a esto, un claro ejemplo es el centro comercial Real Plaza, que no ha generado espacialidad pública adecuada, excepto de modo parcial en el frontis que da hacia la Av. Giraldez, y muy por el contrario se han producido nudos caóticos y aceras insuficientes hacia la Av. Ferrocarril.
Otro punto importante abordado se refiere al inefable “afán de representación muy propio de sociedades inseguras y con miedos atávicos [como la nuestra] que hace que exista una suerte de esquizofrenia” y que de alguna manera puede explicar la forma como venimos trabajando los espacios públicos, en los que a falta de contar con personajes valiosos se “recurre” casi infaliblemente a la inserción de una serie de “objetos” y elementos, muchas veces desmesurados, que sólo saturan el ya escaso espacio público.
Cabe aclarar que en estas circunstancias no interesa quién o quiénes hicieron esto o aquello, sino el mensaje que conlleva para las futuras generaciones, sobre todo desde su valor estético y moral, y realmente hace falta mayor debate y discusión para un mejor enfoque que nos permita hacer una ciudad a nivel de inversionistas y diseñadores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe tu comentario aquí.