lunes, 2 de agosto de 2010

El proceso de la literatura de Carhuamayo

(Edición Nº 324 del 31 de julio de 2010)

Los inicios

Marcos Córdova Correa

La literatura carhuamaina, al igual que la literatura regional y peruana, nace en la oralidad prehispánica, pero con una peculiar característica: la narrativa animalística. Su narrativa oral gira en torno a un elemento protagónico: el atoq (zorro). Si bien es cierto que es el personaje clásico de toda la literatura andina oral de América, como las registradas por Adolfo Vienrich (Perú), Jorge Osterling (Perú), Berta Elena Vidal de Battini (Argentina), entre muchos otros, también en las altiplanicies de Carhuamayo y Bombón hay un número extenso de narraciones donde el protagonista es el atoq con variantes en versiones a las otras zonas, tales como: “Atoq batanwan”, “Atoq akaqlluwan”, “Atoq ucushwan”, “Atoq wachuawan”, solo como muestra. Además, en la literatura andina, se arraigan otros elementos vivenciales de tipo anímico, como ofrendas a la naturaleza que hasta nuestros días son ritualizados por los hombres del campo.
En el proceso geohistórico social, la literatura de Carhuamayo registrada en documentos data de la época colonial; principalmente religiosa enmarcada en la temática de la cosmovisión andina. En el documento hallado por Kenneth Mills en el archivo Arzobispal de Lima y publicado en “Testimonios, cartas y manifiestos indígenas” preparado por Martín Lienhard, encontramos declaraciones de indígenas carhuamainos, con fechas del 22 y 23 de julio de 1631. En dichos documentos se da fe diligentemente de la práctica de ritos a los cerros a la usanza de los incas. De acuerdo a este documento, podemos afirmar que el primer escritor de Carhuamayo es el bachiller Amador Caro de Mazuecos, motivados por el fiscal mayor de la idolatría de Carhuamayo Juan Sebastián Carguas y protagonizados por el sacerdote indígena de Carhuamayo Lorenzo Llacxa Guaroc, su hija Ynes Guaroc y su yerno Felipe Nuna Vilca; además del indio Martín Caxa Poma.
La secuencia temática se centra en desterrar el rito a la naturaleza divina de los cerros, realizado secretamente por el sacerdote indígena Lorenzo Llacxa Guaroc, en el proceso español de extirpación de cualquier práctica idolátrica. La estructura narrativa comprende petición, testimonios e informe a manera de epílogo.

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