El curandero del amor
Washington Cucurto
Estaba genialísimo y más cuando las guainitas de la poetry comenzaron a sacarse la ropa que tenían puesta, que por cierto era bien poca y minúscula; y ya que estaban se manoseaban las tetitas, la cola, el pelito, todo. Las Infantas Poéticas (…) hacían de todo con sus lenguas, mientras también pronunciaban ruidos guturales y referencias sexuales de todo tipo. Vero, pelirroja, la más grande de edad por meses, creo que tenía 13. Se levantó la pollera y se sacó la bombacha, y nos mostró su conchita roja. El silencio fue absoluto.
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