Con José María Arguedas ocurre algo singular. Su figura suscita reacciones tan diversas como contradictorias, pero ninguna indiferente. Hay quien con reverencia lo llama “hermano mayor” , “amauta”, y quien reclama airado el haber convertido en ícono a un “ mortal de carne y hueso”. Con su obra sucede algo similar. Hay quienes han encontrado en ella un instrumento movilizador de su identidad y quienes mordazmente la han llamado “utopiá arcaica”. El modo como este año ha sido designado ofialmente es otra muestra de las actitudes adversas que suele suscitar Arguedas en algunos medios, y la forma como ha respondido el pueblo homenajeándolo durante todo el año es, sin duda, desde la otra orilla, la mejor muestra de que Arguedas vive en el corazón de las mayorías. Pero el corazón no es el órgano que mejor aprecian los intelectuales y es por eso que este año los académicos han pensado y repensado la obra arguediana tratando de ser lo más científicos posible y de evitar, sin conseguirlo en muchos casos, las proyecciones emocionales. Arguedas vive, y esta incuestionable vigencia de su figura y su pensamiento muestra, a su vez, la permanencia de los elementos que animaron su vida y la lucidez que la llevó a plasmarla en escritos capaces de movilizar el espíritu y el intelecto de sus lectores.
Cimentada en el Perú, al que Arguedas consideró una fuente infinita de creación, la obra arguediana refleja un país diverso e interminable, con profundas contradicciones, sensible pero indestructible como él mismo. Un país asentado en el pasado, pero caminando con decisión hacia el futuro, construyendo ciudades como Chimbote e identidades fuertes y seguras como la huancaína.
Como señala la comunicadora Gabriela Núñez, el escritor, a su vez, “representa en el Perú, la intersección de raíces culturales, sociales, e intelectuales”, un caso paradigmático de capacidad de escucha, comunicación intercultural y visión a futuro. El Perú que retrató es el que los peruanos tenemos en el corazón y en la mente, el complejo y doloroso a veces, pero profundamente amado y soñado como terruño de nuestros hijos, el Perú rico en todos los aspectos y, por lo mismo, un país de posibilidades, con un único camino viable, el de la unión y la interrelación, de la ruptura de fronteras.
Es, desde esta perspectiva, y con la finalidad de contribuir al conocimiento y valoración de la vida y obra del gran escritor andahuaylino, que el ICPNA Región Centro realiza actualmente la exposición “Arguedas y el Perú como fuente infinita de creación”, consistente en 49 infografías, basadas en documentos del famoso Archivo Arguedas de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 26 de las cuales corresponden a la línea de vida y 23 a la línea de obra; todas ellas conteniendo textos, fotografías y comentarios. Se trata de una muestra de carácter didáctico desarrollada bajo la responsabilidad de la Comisión Nacional del Centenario del Nacimiento José María Arguedas, con la asesoría y dirección de curaduría de la responsable del archivo Arguedas, Carmen María Pinilla, a cuyo interés y apoyo se debe que haya sido donada al ICPNA Región Centro por la mencionada Comisión, con el encargo de que sea prestada a las entidades que lo soliciten para su itinerancia.
Cimentada en el Perú, al que Arguedas consideró una fuente infinita de creación, la obra arguediana refleja un país diverso e interminable, con profundas contradicciones, sensible pero indestructible como él mismo.
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