sábado, 4 de junio de 2011

Función continuada: El mensajero


Los emisarios de la muerte

Juan Carlos Suárez Revollar

Hay un fuerte tufillo a resignación en “El mensajero” (Oren Moverman, 2009). La trama tiene a dos soldados que asumen la misión de ir casa por casa para buscar a los familiares de los caídos en batalla y darles la mala nueva. Cada visita ofrece una escena patética, brutal, de mucho dolor, que en vez de curtirlos va mellando su personalidad todavía endurecida. Esos momentos helados, en sus distintas variantes, abundan en el filme.

El juego de contrastes entre los protagonistas resalta la familiaridad con la muerte en uno, y el espanto por ella en el otro. Quien hace más evidentes los estragos de ese trabajo es el sargento Will Montgomery (Ben Foster). A diferencia de él, el capitán Tony Stone (Woody Harrelson) ya conoce su oficio. Hay, en ambos, mecanismos de defensa propia para no verse afectados, pero infructuosos al fin y al cabo. La delgada línea entre lo que manda el deber, y el calor humano necesario para interactuar con el resto de la gente, desaparece lentamente.

Todos los personajes muestran, a su modo, caracteres autodestructivos. Se trata de excluidos que pululan por el mundo en busca de su mera supervivencia. La historia no ha intentado —seguramente por decisión del director— ocultar el discurso político de la guerra. Por eso su antibelicismo es evidente. Como siempre, quienes van al frente son los desposeídos: afroamericanos, latinos, o los “White Trash”. A estos últimos pertenecen los dos mensajeros.

La aparición de Olivia Peterson (Samantha Morton) es un efectivo catalizador de los conflictos existenciales del sargento Montgomery. La empatía entre ambos personajes es inmediata. Su acercamiento se siente obsesivo, absurdo, mucho más emocional que lógico.

“El mensajero” parece excederse en el tratamiento de las escenas mórbidas. Su duración descomunal, su afán en detenerse y dilatar el tiempo, termina por cansar. Hay por otra parte un problema con la extensión general del filme, que se podría haber acortado de omitirse secuencias y tiempos muertos, que solo hastían.

El peso del tedio, y más aún, el de ese ambiente que cae en pedazos, quiebra finalmente a los dos soldados. El filme es por eso un relato de la destrucción anímica de sus personajes en un contexto que se supone real.

Acaso se podría haber logrado un filme de mayor calidad, pero “El mensajero” es, con todo, lo mejor que ha llegado a la cartelera local en más de un mes.

MÁS DATOS:

El mensajero

Director: Oren मोवेर्मन

Título original: The Messenger

País y año: Estados Unidos, 2009

Duración: 105 minutos

Idioma: inglés con subtítulos en español



La trampa del éxito


Gonzalo Betalleluz Urruchi

La palabra éxito, tiene dos significados diferentes: uno es peligroso y el otro es sumamente útil para el desarrollo humano.

La primera forma de entender el éxito, consiste en asociarlo con un estatus social elevado, caracterizado por la tenencia de poder, dinero, fama, alto consumo y privilegios que los supuestos “fracasados” no tienen. Bajo este paradigma equivocado del éxito, que con frecuencia nos vende la publicidad, una persona exitosa, es la que tiene poder, dinero, fama y simbólicamente, quien tiene la ropa o el celular de moda, el carro último modelo y un consumo abundante. Bajo los estereotipos publicitarios, exitoso sería el que es feliz y fracasado el que sufre, exitoso el famoso y fracasado el desconocido, exitoso el que ordena y fracasado el que obedece, etc. Este modo de ver el éxito, es profundamente egoísta, peligroso, inhumano e insensible, porque segrega y divide a la sociedad entre exitosos y fracasados. Por ello, para evitar ser un “fracasado”, muchas personas pueden someterse a un sinnúmero de conductas que atentan contra su dignidad y sus valores. Por ejemplo, para “elevar su estatus social”, mucha gente no tiene reparos en corromperse, aceptar un soborno, traficar con sus influencias y apelar a malas prácticas, para conseguir su necesidad de éxito y reconocimiento a toda costa. Por este tipo de “éxito”, es que tenemos a los políticos que tenemos, que hacen cualquier cosa para llegar al poder y sus privilegios. Entonces, es evidente que tenemos que cambiar este “modelo de éxito”, por un paradigma de bienestar y desarrollo humano, no sólo personal, sino también social y colectivo.

La segunda forma de concebir el éxito, consiste en entenderlo como el cumplimiento o logro de una meta u objetivo que nos hemos propuesto. Este enfoque es más práctico, realista y específico. Es práctico porque lo podemos usar en cualquier actividad humana. Es realista, porque mide qué resultados hemos logrado, con las actividades que hicimos, en comparación con los objetivos y metas que planificamos. Es específico, porque nos permite analizar una situación concreta, evitando la trampa de etiquetar a las personas como exitosas o fracasadas. Bajo este enfoque, la felicidad no radica en lograr un estatus, poder, dinero y fama, sino en el mérito de haber logrado cumplir nuestro deber o misión cotidiana y haberlo hecho con acciones y medios éticamente válidos. Aquí cabe precisar y enfatizar que los objetivos, metas y actividades, deberán ser éticamente válidos, de modo que no vale la frase “el fin justifica los medios”. Mis objetivos, metas y actividades serán éticamente válidos, cuando no perjudiquen el bienestar y los derechos de los demás.

Las personas no merecen ser etiquetadas como exitosas o fracasadas. Es mucho mejor ver y comprender al ser humano en toda su complejidad e imperfección: en sus aciertos y errores, sus triunfos y derrotas, su felicidad y tristeza, en sus odios, miedos, angustias, emociones y en su inmensa capacidad de amar. Sólo así podremos comprender, cambiar y humanizar a la sociedad y a nosotros mismos.

Cultura, sociedad y costumbres

Leonardo Mendoza Mesías.

Cada sociedad crea y recrea sus manifestaciones culturales. Por ejemplo, en la Semana Santa pasada, los peruanos hemos sido partícipes de una serie de actividades sociales, religiosas, económicas, y etcétera. Semana Santa no sólo es religiosidad, es más, casi siempre, acostumbramos a asistir a actividades religiosas como las misas, el “sermón de las siete palabras”, visitar las iglesias, hacer penitencias y más, pero a la par, también desarrollamos otras actividades que no son tan religiosas como los paseos, viajes, comilonas, reuniones y fiestas en donde impera, sobre todo, las dipsomanías. Estas actividades son, más bien, de índole social y que se desarrollan con mayor preocupación y “religiosidad” que las que manda la iglesia. Pero también, estas fechas son la oportunidad de desarrollar actividades económicas que permiten obtener algunos dividendos más mediante el expendio de potajes, servicios, hospedaje y otros.

Como vemos, nuestra sociedad, en Semana Santa o cualquier otra fecha desarrolla actividades que se han generado respondiendo a una necesidad (espiritual como la Semana Santa) o a su creatividad. Muchas de estas actividades son el resultado de la colonización española, la globalización o copia de otros países (como Norteamérica). Ejemplos de estas actividades o recreaciones culturales son las prácticas de Semana Santa, la celebración del día de la madre, o “Halloween”. Pero también, se da el caso que hay elementos culturales creados, autóctonos, como el pago a la tierra. Este hecho de crear o recrear actividades autóctonas, asumidas o copiadas no tienen nada de malo, por el contrario es una autoatribución que las sociedades como la nuestra, al igual que otras de más allá o más acá, demuestran su febrilidad cultural y su fortaleza popular, que por cierto, es una muestra palpable de la gran demanda y de las expectativas que tienen este tipo de sociedades. Además, el hecho de crear o recrear, atribuible a una sociedad, tiene un objetivo o fin. Un fin que es inherente solamente a ella y que muchas veces es subyacente a la conciencia de la mayoría de sus integrantes.

Retomando el caso de Semana Santa observamos que dichas actividades, además de ser creaciones o recreaciones culturales, son la coexistencia simultánea de dos espacios: lo individual y lo colectivo, lo sagrado y lo profano, lo religioso y lo no religioso. O sea, lo que podemos observar en el poblador huanca es que éste recrea en sus actividades (diarias) un aspecto fundamental de su pensamiento: la oposición binaria. A partir de este análisis de lo cotidiano comprendemos que, el ser humano ordena sus pensamientos y actividades por oposiciones pero que esta oposición no significa conflicto, todo lo contrario, se complementan entre sí: cuerpo y espíritu, razón y sentimiento, felicidad e infelicidad, alegría y tristeza, hambre y saciedad, salud y enfermedad.

sábado, 28 de mayo de 2011

Solo 4 “367” del 28 de mayo de 2011

LA CITA

“Mi vida no es atroz. Si dejo las intranquilas esperanzas de partir en busca de Faustine, puedo acomodarme al destino seráfico de contemplarla”.
Adolfo Bioy Casares, La invención de Morel

LO ÚLTIMO

FELIZH 2011 cierra concursos nacionales el 1 de junio.

La III Feria del Libro Zona Huancayo 2011, con la finalidad de alentar la creatividad y difundir la lectura en la Región Junín, y en el resto del país, ha convocado al III Concurso Nacional de Cuento, II Concurso Nacional de Poesía, y al I Concurso Nacional de Microcuento “Premio Solo 4”, teniendo a distinguidos especialistas como jurados en cada uno de estos certámenes. La fecha límite para la entrega de trabajos, en cualquiera de los tres casos, será el 1° de junio. Las bases generales las pueden encontrar en el blog y perfil en Facebook de “Solo 4”.

Cannes: la verdadera meca del cine

Luis Puente de la Vega Rojas

Cannes es el punto donde se consagran los grandes directores, donde demuestran su valía y donde son justamente condecorados por su trabajo, por su arte plasmado en un incomparable tren de sombras. Este festival reconoce y vivifica los valores del cine, sin importar nacionalidades o si la película ha tenido o no aceptación en las taquillas. Lo importante aquí es lo que el filme puede lograr en el espectador, sin tomar en cuenta razones hipócritas como el patriotismo, la superación personal, o el triunfo del bien sobre el mal. Ganar en Cannes significa estar entre lo mejor de lo mejor.
El premio mayor es La Palma de Oro, que entre 1939 y 1955 llevó el nombre de “Grand Prix du Festival”. Este es uno de los galardones más codiciados en el circuito fílmico, y se ha entregado en 64 ocasiones, a ochenta películas, pues en las primeras ediciones fue obtenido por varias cintas a la vez.
Este valioso galardón, que se entrega en la ciudad de Cannes – Francia, ha sido recibido por autores de 27 nacionalidades, entre los cuales, el país que tiene mayor representación es los Estados Unidos con 15 directores, luego está Italia con doce, Reino Unido con nueve, Francia con ocho, y finalmente, Japón y Dinamarca con cuatro Palmas cada uno.
Los directores más premiados, en dos ocasiones cada uno, son el estadounidense Francis Ford Coppola, el sueco Alf Sjöberg, el japonés ShoheiImamura, el ex yugoslavo Emir Kusturica, el danés BilleAugust y los belgas Luc y Jean-Pierre Dardenne. Estos autores, después de mostrar sus trabajos en las salas del festival, fueron sometidos a un muy duro escrutinio, en el cual se analizan desde cuestiones técnicas como ángulos y encuadres, hasta el profundo significado del guión, formas, la luz o los colores, usados en el rodaje.

Este año, en la 64 edición del Festival de cine de Cannes, celebrado desde el 11 al 22 de mayo, el ganador de La Palma de Oro es Terrence Malik, un director norteamericano de 67 años que hace un tiempo nos sorprendió con “La delgada línea roja” y “El nuevo mundo”, y que hoy se consolidó en Francia con “The Tree of Life”.

Esta película, “El árbol de la vida” como se traduciría al castellano, está protagonizada por dos monstruos de la actuación, quienes también competían por el premio a mejor actor: Sean penn y Brad Pitt. Malick no estuvo en el festival, son conocidos su timidez y su desdén con la prensa, además de su preferencia por lograr que sus películas hablen por sí mismas.
El premio a mejor actor, otra de las mayores preseas del Festival, fue entregado al francés Jean Dujardin, por “TheArtist”, mientras que la talentosa Kirsten Dunst ganó el premio a mejor actriz por su papel en la película “Melancholia”, del controvertido cineasta Lars Von Trier, a quien dedicó su premio a pesar de haber sido expulsado de Cannes por decir que sentía "cierta simpatía por Hitler", desatando una vorágine de críticas contra sí mismo, como a su obra.
El danés Nicolás Winding Refn se alzó con el premio a la mejor dirección por “Drive”. Por otro lado, el Gran Premio fue concedido “Ex aequo”, es decir a dos películas al mismo tiempo: “Una vez en Anatolia”, de Turc Nuri Bilge Ceylan y “Le gamin au vélo”, de los hermanos Dardenne.
El Premio del Jurado fue otorgado a la francesa “Poliss” de la directora, productora y actriz Maïwenn, mientras que el argentino Pablo Giorgelli ha alcanzado la Cámara de Oro, que premia la mejor “ópera prima”, por el film “Las acacias”. Los mejores cortometrajes han sido “Cross”, dirigido por Maryna Vroda, y el Premio del Jurado fue para “Badpakje 46”, de Wannes Destoop.
Esta fiesta, tuvo la presencia de más de 2000 realizadores de todo el mundo, pero aunque hayan presentado rodajes impecables no lograron el reconocimiento del jurado. Este es el caso de Pedro Almodóvar, con su largometraje “La piel que habito”, quien era uno de los favoritos para llevarse la Palma de Oro y el premio al mejor director, sin embargo su obra no convenció y solo tuvo que conformarse con el “Premio de la Juventud”. Lo mismo sucedió con Woody Allen, que presentó su más reciente film: “Midnight in Paris”, concitando mucha expectativa, pero que al final no logró ningún reconocimiento.
El presidente del jurado del este año ha sido el gran Robert de Niro, quien confluyó esfuerzos con los directores Olivier Assayas, Mahamat – Saleh Haroun y Johnnie To, las productoras Martina Gusman y Nansun Shi, la “script” Linn Ullmann, y los actores Jude Law y Uma Thurman, quien tuvo que abandonar el festival por la muerte de un familiar muy cercano.
Ojalá, algún día, aunque sea mucho pedir, llegue alguna de estas películas a nuestra cartelera local, que ya ha defraudado a muchos, y que al parecer hace oídos sordos a tantos reclamos. ¿Por qué llegan filmes como “Carancho”, “Temple de acero”, o “Ágora” a salas de Arequipa, Trujillo o Tacna, y aquí no? ¿O acaso no las merecemos?

EL LIBRO QUE CAMBIÓ MI VIDA

Pedro Páramo

Juan Luis Espinoza Chinchón

Aquel día me había topado con un colega que tenía expresión de pocos amigos. A punto de explotar, me dijo: “¡Me han estafado!”. Me mostró un libro pequeño, de pocas páginas, en cuya portada se leía un enigmático nombre: “Pedro Páramo”. Para evitarse problemas, había decidido deshacerse de él. Entonces le pedí que me lo diera. “Yo me encargo de destruirlo”, le mentí, “lo tiraré al río o al corazón del fuego, ya verás”.
Cuando se marchó, guardé el libro debajo de mi chompa, y caminé rápido bajo la lluvia. En casa conté sus páginas, para verificar que no fuera un libro incompleto, como me había dicho mi amigo. Pero ahí estaban todas sus 101 páginas.
Inicie su lectura: “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”. La primera oración me atrapó, tocó mis recuerdos. Trajo a mi mente el rostro de mi padre Juvencio, quien se fue de este mundo sin despedirse. Quise llorar. Quise incluso abandonar el libro. Sentí miedo. Pero la lectura esperaba. Decidí seguir la veta de su existencia. En el bloque sexto perdí la voz de Juan Preciado. Di entonces la razón a mi amigo. ¿No se trataría de un libro incompleto? Pero nuevamente, obviando sus razones, me acomodé en el corredor y continué la lectura. Descubrí la pericia de Juan Rulfo. “Pedro Páramo” acaparaba con sus técnicas narrativas mi concentración.
Al llegar a la última página tenía la certeza de que había vuelto a nacer. Los personajes, ya muertos, habían regresado para después de realizar algo volver a morir.
“Pedro Páramo” constituye para mí una obra magistral que transformó mi manera de ser. Para convencerme de la genialidad de Rulfo volví a leer la novela. Me reencontré con Preciado, con Abundio, ambos abandonados, ambos hermanos del placer, pero ambos muertos. Pedro Páramo engendra hijos por doquier, se adueña de las tierras para terminar desmoronándose como un montón de piedras.
Conocí la guerra de los Cristeros, aquellos que tienen el ideal de construir una sociedad diferente. Comprendí que Comala es como Huancayo o como Aurahuá. En este mundo donde campea la deshumanización existen Preciados, Abundios. Y mientras exista un Pedro Páramo surgirá la guerra de unos Cristeros sin ilusos que construirán una sociedad más justa.

Microcuento

Pre-texto nuevo
Cromwell Castillo Cabrejos

Antes de que el gallo hubiera cantado tres veces, Pedro ya lo había matado. Su conciencia limpia ayudó a Judas a no colgarse. Jesús no fue crucificado; aún juega a los dados con los hombres que alguna vez decidieron dejar de pecar.

Imagino lo soberbio que debe haber sido escribir un testamento nuevo.

PERFUME DE MUJER

Eva Luna
Isabel Allende

Entonces él se abandonó con los ojos cerrados, mientras ella lo acariciaba hasta hacerlo desfallecer y por último lo cabalgó cubriéndolo con su opulencia y con el regalo de su cabello, haciéndolo desaparecer por completo, tragándolo con sus arenas movedizas, devorándolo, exprimiéndolo hasta su esencia y conduciéndolo a los jardines de Alá donde lo celebraron todas las odaliscas del Profeta.

Desde el atelier

La hora mala

Josué Sánchez

La joven francesa de unos 20 años salió del baño tambaleándose, completamente fuera de este mundo. Minutos antes, al llegar a la Estación del Norte en París, la había visto solicitar dinero a los transeúntes, quienes atraídos por su extraordinaria belleza le dirigían consoladoras sonrisas entregándole algunas monedas. Curioso, la seguí con la mirada, mientras efectuaba una llamada desde una cabina telefónica.

De pronto, un policía atravesó rápidamente la estación y cogió por la parte posterior del cuello a un jovenzuelo en el preciso momento en que éste extraía una billetera de los bolsillos de un apresurado viandante. En ese momento la bella drogadicta echó a correr, seguida de tres jóvenes más que, saliendo de entre la gente, la rodearon como protegiéndola, mientras se alejaban velozmente.

Drogadictos, ladrones, prostitutas y toda suerte de gente de mal vivir se entremezclan con pacíficos viajeros, vendedores y cantantes de música latinoamericana en las estaciones de trenes de las principales ciudades europeas, ofreciendo un abigarrado paisaje urbano. En el día todo es más tranquilo. El tráfico de drogas y los hurtos no son cosa frecuente. Cuando las luces de neón se encienden y la noche llega, la condición humana muestra algunos de sus aspectos más inhóspitos y virulentos.

En el metro de Madrid, decenas de drogadictos formando pequeños grupos se acurrucan en su cálido interior. Algunos cantan, otros dibujan en el piso o simplemente alucinan tendidos sobre el duro cemento. Muchos muestran sus brazos llenos de amoratadas protuberancias en el momento en que se inyectan. La edad promedio parece ser de 20 años. Es chocante y deprimente verlos.

De tramo en tramo se ve uno que otro indigente de mayor edad durmiendo en las bancas de las estaciones. Tal vez el catalán Isidro Nonell, que pintó personajes devorados por la miseria o las bajas pasiones, habría encontrado poesía y belleza en la tragedia de los vencidos en la lucha por la vida, yo nunca pude hacerlo.

Cada escena de estas me producía una profunda tristeza, de la que no lograba salir en varios días. Aún ahora, cada vez que el sol se empieza a esconder tras las montañas en ese breve momento de transito entre el día y la noche cargado de oscuros presentimientos que llamo la hora mala, ni siquiera los violentos naranjas y violetas del crepúsculo logran alejar de mí esa sensación de vacío que me produce la cercanía de la noche.

Ese fue el remanente negativo de mi viaje a Europa en 1995. Esa especie de angustia y opresión a las seis de la tarde, ante la inminencia de la oscuridad nocturna.

Hoy, los viernes por la noche en Huancayo, muchas veces tengo la sensación de que el tiempo y el espacio fueran otros. En las puertas de las discotecas del centro de la ciudad, escotadas jovencitas festejan ruidosamente las groserías de sus acompañantes, obviamente bebidos. Otras, casi niñas, se balancean solitarias fumando incitantes, mientras amenazantes grupos de chicas y muchachos se desplazaban tambaleantes, empujando a los transeúntes. Al mirar esto, un sentimiento de congoja me invade. La hora mala ha llegado.

Los Beatles y el sustituto

Omar Arzapalo Arzapalo

Ni bien enterado de la noticia que Paul Mccartney haría un concierto en Lima, fui corriendo y rompí la alcancía que tenía guarecida, por años, esperando este momento. Inconscientemente destrocé la cabeza de mi bóveda personal que tenía a propósito forma de morsa. En ese instante se me vino a la mente el nombre de William Campbell, el sustituto del fallecido Paúl.
Cuenta la historia que un miércoles, 9 de noviembre de 1966, a las cinco de la mañana, después de una reunión que terminó en forma desagradable, el “beatle” salió en su automóvil y al distraerse por saludar a su amiga Rita se estrelló contra un camión, terminando decapitado.

¿Qué me lleva a creer en esta noticia difundida por una llamada no registrada al Dj Russell Gibb en Detroit?, pues ésta detallaba pruebas irrefutables que sus compañeros de banda se encargaban de sobresaltar en cada uno de sus trabajos posteriores.
Se recuerda que hubo un concurso de dobles para encontrar a alguien parecido a Mccartney, y sospechosamente no se supo quién ganó este concurso. Años después se informa que lo ganó el escocés Billy Shears, seudónimo que utilizaba William Campbell en sus presentaciones en algunas salas de Londres, además los Beatles hacen referencia a la presentación del único Billy Shears en la canción: “Sgt Peeper´s lonely heart Club Band”. Hay más canciones, además de fotografías e imágenes, en los discos de los “fab four” que de alguna forma resaltaban la ausencia del zurdo bajista.
Y me detengo en las manifestaciones que uno inconscientemente, o en forma paranormal, puede hacer ante una fotografía o imagen dibujada. Supe que el pasar la mano sobre la cabeza de alguien significa que va a morir o está muerta, que las flores amarillas significan ausencia, que la morsa negra es señal de muerte en los mares europeos, que la tristeza es la emoción humana que no se puede fingir al momento de tomarse una foto, o si sale de costado, o mirando a otro lado con respecto a los demás, significa que no encaja o pertenece al grupo. Si por ahí aparecen números y letras, ten por seguro que tienen significado y dan fecha de algo muy especial.
Hubo un gran show en Lima, y lo único que puedo decir es que uno de los músicos más trascendentales de la historia ejecutó grandes canciones. Yo lo conozco como Paúl Mccartney y es de los Beatles.

Homosexualismo en la cultura prehispánica-wanca

Ángel Javier Castro Sánchez

La práctica del homosexualismo, al interior de los templos y santuarios durante la época prehispánica, en el valle del Mantaro, eran actos cotidianos. Hecho que se desprende a partir de las crónicas de Garcilazo De la Vega, Pedro Pizarro, del padre Santo Tomás, y de los informes de los Extirpadores de Idolatrías quienes refieren que el homosexualismo era practicado, con gran entusiasmo, en toda la región del Chinchaysuyo. Cieza de León no tiene reparos en reafirmar: “En todo el Perú no se hallaron de estos pecadores sino como es en cada cabo y en todo lugar uno o seis u ocho o diez de éstos que de secreto se daban a ser malos”.

En apoyo a lo dicho, Cieza de León transcribe las palabras de Fray Domingo de Santo Tomás: “Verdad es que generalmente entre los serranos y yungas el demonio ha introducido este vicio debajo de especie de santidad, y es que cada templo o adoratorio principal tiene un hombre o dos más, según es la importancia del ídolo, los cuales andan vestidos como mujeres desde el tiempo que eran niños, y hablan como tales, y en su manera, traje y todo lo demás remedan a las mujeres. Con estos mozos, casi como por vía de santidad y religión, tienen los señores principales su ayuntamiento carnal y torpe los días de fiesta […] hablándoles yo sobre esta maldad que cometían […] me respondieron que ellos no tenían culpa, porque desde el tiempo de su niñez los habían puesto allí sus caciques para que los señores principales usaran con ellos éste maldito y nefando vicio, y para ser sacerdotes y guardas de los templos de sus ídolos”. (Cieza 1945, LXIV)

Estos rituales se revestían de un carácter mágico-religioso. El sacerdote, o “laya wanka”, tenía el poder de dominar y controlar a la naturaleza, así como también el organismo y el pensamiento de la masa humana, siendo considerado un sabio del mundo mágico andino, quien era muy temido por sus poderes sobrenaturales.

El cronista Pachacutec Yamqui afirma que el dios Viracocha era un ser andrógino, es decir, poseía dos sexos, y que todos los hermafroditas e indios de doble natura tenían como su dios a Chuqui Chinchay. Partiendo de esta premisa, Garcilazo refiere que el diablo convenció a la gente de aquella época de que sus dioses se sentían felices con la existencia de los homosexuales o “hualmish” como los llaman los pobladores de Acolla. Entonces, quedaba claro que para ostentar poderes mágicos era necesario, al parecer, que el sacerdote fuera penetrado durante el ritual religioso, según los estudios realizados por Arboleda en “Representaciones Artísticas de Actividades Homoeróticas en la cerámica Moche”.
Estos actos de inversión, responden al concepto andino que dice que el mundo siempre está naciendo, creciendo y que en su desarrollo va a establecer el nuevo círculo, que en algún momento, la temida vejez se convierte en juventud. Este hecho es denominado “Inversión del tiempo” o “Inversión histórica”, como apunta Pablo Macera en “Historia de los incas”. Es decir, el momento en que se cierra el círculo de la vida con una relación que no va a producir ningún fruto, pero que posibilita la continuidad del nuevo ciclo.
El relato de los cronistas en el sentido de que los naturales habían sido engañados por el demonio, haciéndolos creer que con la práctica del homosexualismo los sacerdotes obtendrían los poderes tanto femeninos como masculinos, a fin de conjugar en una persona el poder político, guerrero, medicinal y adivinatorio, se hizo evidente a través de la posesión de ambos espectros de la realidad humana, permitiéndoles conocer el mundo espiritual diabólico, su poder, influencia y magia. Los curacas para absorber dichos poderes tenían que sostener la relación con el susodicho sabio del pueblo, de lo contrario, ponían en peligro la paz y sobrevivencia de toda la comunidad. Empero, los hechos históricos han desmentido el engaño, a tal punto que las etnias Wanka- Xauxa sucumbieron en manos del poderoso imperio inca, y éste, a su vez, cayó posteriormente en manos de los españoles.

Estos ritos homosexuales, realizados entre los sacerdotes y los curacas, para que fuesen plenamente efectivos en cada santuario o adoratorio, tenían que ajustarse posiblemente al calendario lunar regional en cada zona de las etnias Wanka-Xauxa. Para el caso Xauxa, los estudios toponímicos hechos por Simeón Orellana Valeriano, al paraje denominado Tunanmarca (centro regional mayor) localizado en el valle de Yanamarca, demuestran que el termino no se ajusta al original, llamado Ciqui (nalga o extremidad de algo), Quilla (luna), Pukara (fortaleza), es decir: “Fortaleza de la extremidad de la luna”, identificando con toda probabilidad que el lugar estaba relacionado al culto lunar.
Esta particularidad, además, demuestra porqué la danza de la Tunantada formaba parte del ritual, realizado en la época de cosechas; y en fechas diferentes en cada “ayllo” o “malca”. Conforme a sus calendarios particulares, donde los varones se vestían de mujer, en consonancia al inicio del nuevo ciclo andino, tal como sugiere Hocquenghem.

sábado, 21 de mayo de 2011

Solo 4 “366” del 21 de mayo de 2011

LA CITA

“Ser despedazado, a nivel nacional, en las primeras planas de siete diarios durante quince días ininterrumpidos constituye una aleccionadora experiencia de fortalecimiento espiritual para cualquier individuo, pero, muy especialmente para un periodista con ínfulas de fiscalillo impecable y sabelotodo”.

Beto Ortiz, Maldita ternura

Las mejores editoriales del Perú en FELIZH 2011

Este año, la Feria del Libro Zona Huancayo 2011, contará con la participación de las mejores editoriales nacionales. Sin duda, este especial interés se debe a que la FELIZH 2011, se ha venido consolidando año a año y se ha convertido en uno de los eventos culturales más importantes del país. Una razón fundamental para que esto ocurra es que en esta nueva versión se contará con un nutrido programa cultural y la presencia de varios invitados internacionales. Es así que ha quedado confirmada la participación de las librerías: Crisol, Íbero, Librerías Myltec, Lexus-Ordecupe, y las editoriales Fondo de Cultura Económica, Bisagra Editores, Discovery Book, la transnacional SM, Practical Action, Importadores Peruanos, Sepiii, San Pablo, Los Libros Más Pequeños, Cultura Matriz, Distribuidora V&D, Distribuidora Gutiérrez, Afined Inc, Nueva Acrópolis, Palestra Editores, Universidad I.G.V, Punto Com, Editorial Curisinche, entre otras importantes empresas editoras nacionales. Este evento será mucho más significativo que los años anteriores debido a la convocatoria de notables escritores que asistirán en esta versión. Cabe señalar que los concursos nacionales, tanto de cuento, poesía y microcuento, cerrarán la convocatoria, deacuerdo a las bases publicadas en el perfil de Facebook y blog de Solo 4, este 01 de junio.

Arguedas e interculturalidad

Nicolas Matayoshi

Hay una muy conocida cita de Arguedas: “Yo no soy un aculturado; yo soy un peruano que orgullosamente, como un demonio feliz habla en cristiano y en indio, en español y en quechua”.
Arguedas es, evidentemente, una maravillosa alquimia entre la ciencia, con su profesión de antropólogo y con su vocación de novelista y poeta. Arguedas construye sus saberes a partir de una metodología científica, pero a partir de un credo y una fe, que se refleja en la necesidad de transformar la realidad social, asume el compromiso social que tiene todo ser humano conciente al margen de su quehacer profesional o de su vocación artística.
La literatura necesaria se escribe con la sangre de la pasión, la creación literaria al tener raíces en la tierra, resulta importante e imprescindible, porque es de esa fecunda savia donde nos nutrimos todos los peruanos, para Arguedas no se trataba de hacer culto a la palabras, sino, más bien, hacer metáfora de las luchas por la dignidad y reivindicación de los desheredados de la tierra.
El doctor Rodrigo Montoya afirmó con acierto que: “Arguedas no es un autor para leerlo y disfrutarlo una tarde, es un autor para leerlo y sentirlo todo el tiempo. Arguedas, Vallejo y Mariátegui son, en mi opinión, tres hombres que marcan el país, que lo fundan, que colocan las primeras piedras de algo llamable identidad peruana o sentimiento de pertenencia al Perú.”
El periodista colombiano Carlos Vidales, uno de los amigos que disfrutó de la amistad de Arguedas en sus últimos días, nos señala una faceta poco conocida de nuestro escritor, cuando rememora una cita del poeta norteamericano Walt Whitman: "Tremenda y deslumbrante la aurora me mataría, si yo no llevase, ahora y siempre, otra aurora dentro de mí", era la frase de Whitman que Arguedas repitió incansablemente durante sus largas conversaciones. “Porque habiendo perdido hasta la fe en sí mismo, jamás perdió la fe en el porvenir de los suyos.”
Surge la pregunta: ¿De dónde le venía esa fe inquebrantable? No se trata de una afirmación literaria, se trata de una convicción científica, producto de sus estudios etnológicos, que inician en Huancayo, junto a una de sus más ambiciosas investigaciones que alcanzan su cima en la tesis doctoral: “Las comunidades del Perú y España”. Carlos Vidales nos ilustra: “El crecimiento del mercado transformó las ciudades y pueblos de la Sierra motivando a Arguedas, en la década de los años 50, a hacer sendos estudios etnológicos centrados en Huamanga, Huancayo y Puquio”. Ya en 1952, zanjando con el indigenismo de su maestro Luis Valcárcel, escribía: “Es inexacto considerar como peruano únicamente lo indio; es tan erróneo como sostener que lo antiguo permanece intangible […] las culturas europea e india han convivido en un mismo territorio en incesante reacción mutua”.
El propio Arguedas, en 1939 ya había mencionado un hecho incuestionable: "En nosotros, la gente del Ande, hace pocos años ha empezado el conflicto del idioma, como real y expreso en nuestra literatura; desde Vallejo hasta el último poeta del Ande. El mismo conflicto que sintiera, aunque en forma más ruda, Huamán Poma de Ayala. Si hablamos en castellano puro, no decimos ni del paisaje ni de nuestro mundo interior; porque el mestizo no ha logrado todavía dominar el castellano como su idioma y el kechwa es aún su medio legítimo de expresión. Pero si escribimos en kechwa hacemos literatura estrecha y condenada al olvido".
Arguedas, sabía que en el proceso del desarrollo de la cultura, nada permanece inmutable, que los intercambios se producen con el simple contacto entre los pueblos, he ahí el planteamiento de “Todas las sangres”, los diversos torrentes uniéndose en un mismo cauce llamado Perú: españoles, quechuas, aimaras, amazónicos, africanos, europeos, asiáticos, etc. Confluencia feliz de un fecundo mestizaje.
Vidales termina diciendo que esto nos lleva a la época actual, si asumimos que los idiomas nativos son los portantes de los valores culturales, sociales y éticos de los pueblos, debemos preservarlos, protegerlos y promoverlos. Si en el pasado era un asunto de reivindicación social, ahora se trata de reivindicar el orgullo por nuestra identidad como patrimonio espiritual.
Debemos cambiar el signo de que nuestros niños se rehúsen a hablar en quechua, porque se trata de un idioma de “indios”, la pluriculturalidad nos enriquece, podemos aprender más de la ciencia, leyendo en inglés, pero podemos fortalecer nuestros espíritus conociendo el idioma de nuestros mayores.

El precio del silencio

Sandro Bossio Suarez

En un encuentro de presa en Colombia, el año pasado, recogí información acerca del ejercicio periodístico en América Latina. En el caso de Colombia y México, el peligro viene del narcotráfico, que compra funcionarios para acallar a los periodistas; en Bolivia el gobierno de Evo Morales presiona con publicidad estatal a las empresas periodísticas para que informen lo que le conviene; en Venezuela, el cierre de medios y la persecución a los periodistas de oposición es una afrenta continental. Ecuador y Nicaragua van por el mismo camino. En Argentina hay una ley que ha lanzado una dura batalla contra los medios digitales.
Estuve en La Habana hace poco y, claro, la libertad de expresión (consignada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos) sigue sin existir: todos los medios son de propiedad del Estado y nadie puede publicar nada sin la venia del gobierno. El castrismo ejerce autoridad sobre Internet y restringe el acceso a las computadoras, manteniendo precios altos y bloqueando sitios Web considerados adversos. Incluso los blogs son controlados (a mí me revisaron mi USB antes de una ponencia académica) y los periodistas golpeados (hablé con Claudia Cadelo, secuestrada y aporreada durante una marcha pacífica).
Cuando nos enteramos de estos acontecimientos, los periodistas peruanos pensamos, ingenuamente, que esta amenaza no nos tocaría. Sin embargo, ahora que se cierne la incertidumbre sobre el nuevo gobernante que administrará nuestros destinos hasta 2016, el temor surge poderoso.
El Perú ha vivido grandes etapas de restricción a la libertad de expresión. Desde Leguía –pasando por Sánchez Cerro, Odría, Velasco Alvarado¬– hasta el fujimorato, esta libertad fue la más vulnerada. Los militares, interviniendo los medios, estatizándolos y permitiendo sólo la publicación de lo que les convenía; y los dictadores civiles corrompiendo, comprando conciencias en el SIN, invadiendo de periódicos basura al país. Yo mismo, al lado de mis colegas Flor Jáuregui y Toño Bráñez, fuimos perseguidos por esa gavilla de esbirros y enemigos de los Derechos Humanos, que no deben tener nueva cabida en nuestra historia.
Cómo quisiéramos que estos sean sólo hechos del pasado. Pero no. Esta fue una semana luctuosa para la libertad de expresión y de prensa en nuestra región: América Televisión censuró el reportaje del joven periodista José Soriano Marín por haber entrevistado a otro periodista que se pronunció contra la candidata que promueve el medio. Y, al mismo tiempo, el pasado 17 de mayo, el Consejo Regional de Junín aprobó una intención de censura contra el diario Correo y su director.
Al respecto, tenemos que decir que estas dos son posturas conveniencieras, inmoderadas y abusivas. En ambos casos hay una atribución que no compete a los censores, pues el periodista tiene un código de conciencia que le hace responsable sobre su trabajo y que nadie (ni siquiera el empleador) puede vulnerar impidiendo su difusión. El Consejo Regional de Junín pierde su tiempo intentando coartar la libertad de expresión de un medio de comunicación: esa no es su función. Su función es luchar contra la corrupción, fiscalizar, al igual que el periodismo, y más bien debe sustentarlo.
Pero también hay otras formas de vulnerar la libertad de expresión. No olvidemos que corromper a los medios, de lo cual hay indicios en nuestra ciudad, es más recusable que decir las cosas con valentía.
La Iniciativa Pro Justicia de la Sociedad Abierta de Nueva York, sostiene que se han comprobado "pagos de funcionarios públicos a periodistas en Colombia y Perú". Eso demuestra que aquí lo que se hace es utilizar periodistas –práctica que viene de antaño– para sumarlos a sus portátiles y sirvan de aplaudidores a sueldo a cambio de prebendas y sinecuras. En otras palabras, comprarlos.
Es claro que los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad social: seleccionar información de interés público y fiscalizar a las autoridades al margen de la forma en que lo digan. La tolerancia, que no se ejerce en las dictaduras bananeras, es una virtud democrática.

Un lápiz que acompaña mi soledad

Gerardo Garciarosales

Caminaba por mi ciudad, de las manos con mi soledad, atravesando la vieja y larga avenida principal, avenida convertida por las tardes en un río torrentoso que soporta la incontenible avalancha de vehículos que se dirigen, supongo, a algún despeñadero situado fuera de la ciudad, precipicio inminente para los desesperados por la crisis que nos agobia; impetuosa correntada que arrastra gente agobiada por la soledad, como muñecos solitarios e incoloros, inmersos en ignorados estrépitos de sombras.

Transitaba, como casi siempre lo hago, escarbando con la mirada no sé qué vericuetos, tal vez buscando aquellos mundos perdidos del hombre regados sobre las aceras de aquella calle infinita; cuando, de pronto, lo descubrí tirado en un pliegue del suelo, abandonado, hasta diríamos asustado, y tratando de esconderse de aquellas inmisericordes pisadas de la gente ciega, para que no lo redujeran a su mínima expresión.
Ahí se encontraba, pequeño, silencioso, oculto dentro de su verdadero valor, añorando, sin duda alguna, el calor de las manitos del que fue su pequeño dueño. Era algo minúsculo, gastado por el uso intenso del niño que lo llevó diariamente, porque ciertamente todo me decía que su dueño era un escolar aún pequeñuelo. El menudo lapicito no tenía color, ni una seña que resaltara su marca y procedencia de fabricación. Su textura era tosca, propia de un carboncillo proletario, sin el cono metálico que guarda el borrador, lápiz fabricado en una de esas ignoradas y clandestinas fábricas por gente que los produce para aquellos que no tienen medios ni recursos. Su pulpa era dura y adolecía de la suavidad de aquellos de marca registrada. Se notaba que su origen había sido un árbol de eucalipto de nuestro valle; y era tan pequeño, que su tamaño se perdía entre las falanges nervudas de mis arrugadas manos.

Encontrar ese pequeño lápiz y en aquellas circunstancias de soledad, hizo brotar mi curiosidad que, luego, como un acto no premeditado, puse el lapicillo cerca de mi oído y, entonces, asombrado sentí los actos que sucedían, precisamente, en ese momento. El lapicito era como un trasmisor y, por ello, escuché nítidamente un bullicio de alegría tempestuosa, mezclados con sus respectivos murmullos de voces traviesas; era, a no dudarlo, un recreo de niños y una campana afónica que resonaba indicando el retorno a las aulas, pues había terminado el recreo.
Para dar mayor crédito a aquello que escuchaba, lo llevé a mi otra mano e hice lo mismo con mi otro oído. Entonces, escuché aquello que jamás imaginé escuchar de los labios de una mujer que, por los gritos histéricos de su voz destemplada, saqué la debida conclusión: se trataba de una profesora joven, increpando a un niño: “!Descuidado!, así vas a ser hasta cuando seas viejo. ¡Busca tu lápiz o escribe con los dedos!”.

Y, al fondo, se dejaba escuchar una vocecita temerosa, diminuta, casi imperceptible:

—Mi lápiz se ha caído por el agujero de mi bolsillo, profesora. ¡Ojalá que lo halle alguien que lo necesite más que yo!

Desde aquel día, para llegar a comprender el cielo purísimo de ese niño, empecé a escribir para ellos, para todos los niños que alguna vez perdieron sus lápices. Yo, realmente, necesitaba uno, un lápiz lleno de ternura, para que acompañe, por siempre, mi soledad inevitable.

Vampiros

Pablo Nicoli Segura

Cogimos cada uno el cuenco profundo y bebimos la sangre hasta quedar satisfechos; el líquido era reciente, espeso y aún se sentía tibio al pasar por la garganta. Ahora inevitablemente nos convertiríamos en seguidores de la nueva doctrina vampiresca. Nuestro guía espiritual había pensado en disfrazar el verdadero motivo del rito y sus palabras, siempre simbólicas, nos sonaban ahora menos extrañas, esperanzadoras:

—¡En verdad os digo, el que come mi carne y bebe mi sangre tendrá vida eterna!

Él fue nuestro primer paradigma y al tercer día resucitó de entre los No-muertos.

Santísima Cruz de Chilca

Luis Cárdenas Raschio

En el mes de mayo, se celebran las fiestas a las cruces en todo el territorio nacional con características y costumbres propias de cada lugar, especialmente en todo el Valle del Mantaro.
Recuerdo que por los años 40, escuché de la voz de mi profesor Jesús Vega Ortiz, quien era el Director de la escuela San Luis de Gonzaga, con ocasión de la fiesta de la Cruz de Chilca, lo siguiente:
“Cuando Pizarro y su ejército pasaban por el camino de los incas, el Gran Capac Ñan (hoy la Calle Real), con rumbo al Cuzco, dejó a uno de sus soldados en una choza cerca al río Chilca, porque estaba muy enfermo y casi moribundo, para que descanse en paz. El soldado en su delirio de muerte vio a tres Cristos que lo juzgaban por todos sus pecados y fechorías; el primero era el Juez Supremo, el segundo el Fiscal quién se encargaba de recordarle todo lo que había hecho en el transcurso de su vida, y el tercero era el Abogado que lo defendía de todo lo acusado. El Juez Supremo al escuchar a las dos partes dio como sentencia que el moribundo debía vivir por muchos años más, con la condición de arrepentirse de todos sus pecados, de ser un hombre de bien, y de propagar la fe cristiana. Los curanderos huancas conjuraron sus males y ya recuperado, confeccionó tres cruces y construyó una pequeña capilla”. Ésta fue reemplazada por una nueva en la década del 50.

La cruz ha asimilado las funciones de los huancas, y la religiosidad popular ha sabido darle características andinas, colocando dentro de los misterios a sus propias deidades, como: el sol, la luna, las estrellas, o un manto acompañado de otros más pequeños llamados esclavinas, que son colocados en las manos y pies del crucificado.
Cuando empezaba la novena a la cruz, los devotos la llevaban a sus hogares, donde realizaban el “velacuy” con cantos, rezos, sabrosos ponches y bizcochuelos, se bailaba “jachuas” y “huaynitos”. Después de haber rezado, bailado y tomado, se servía un suculento desayuno, consistente en un plato hondo de mondongo, una taza de café y panes con chicharon. Así, la cruz iba a la casa de otro devoto, que a su vez tenía que realizar un nuevo “velacuy”.
Entonces pasaban los nueve días de “velacuy” hasta que llegaba la víspera. A partir de las dos de la tarde del miércoles, se colocaban las vivanderas a ambos lados de la calle Real, desde el jirón Huánuco hasta la Av. Ferrocarril, también habían castillones, toritos, bandas, conjuntos de Chonguinada, Las Collas, Los Negritos, Los Huancadanzas, y Danzantes de Tijeras de Pariahuanca.
A partir de las ocho de la noche, empezaba a arder los castillones y los toritos buscapiques.
El día central era el tercer jueves del mes de mayo. A las seis de la mañana reventaban los cohetes, anunciando el alba. Los mayordomos invitaban el desayuno a todos sus invitados. Más tarde, la misa se efectuaba delante de la capilla, en plena calle Real, a donde acudían todas las autoridades de Huancayo y de pueblos aledaños, los alumnos de todos los colegios, los miembros de la hermandad Sociedad Santísima Cruz de Chilca, y los devotos en general.
Terminada la celebración, se realizaba la procesión, con un recorrido desde la capilla hasta la catedral, en el cual pasaba por muchos arcos, típicamente adornados con corneteros que al paso de la cruz tocaban la música especial de capitanía.
Era hermoso ver a las “cotunchas” con sus balayes llenos de flores que derramaban al paso de la cruz, las damas de la Sociedad Huanca, muy elegantes, con velo en la cabeza también acompañaban. Cuando la imagen regresaba a su capilla, comenzaba el bullicio general por Los Chonguinos, Los Negritos, Las Collas y los Danzantes de Tijeras; los cohetes que reventaban tenían un sonido estridente muy fuerte. A las vivanderas les faltaban manos para servir los picarones, los chicharrones, el cuy colorado, la mazamorra de chuno, caya y muchos potajes más.
Así transcurría el primer día; en el segundo se realizaba otra procesión pero con un recorrido más corto por las calles aledañas a la capilla, y por la tarde se realizaba el jalapato, en el cual participaban todos los hacendados del valle. El sábado se hacía otro “jalapato” para el campesinado, y también “cortamontes”. Así se realizaba la fiesta en honor al “Tayta Chilca”. Hoy solo nos queda recordar, ya no hay capilla y las Cruces están repartidas por diferentes templos.

La humilde y majestuosa quena

Pìo altamirano Melgarejo

Sin lugar a dudas, la quena es el instrumento más representativo de la zona andina de nuestra América. Fue declarada Patrimonio Cultural del Perú, porque es el "instrumento de viento autóctono en la música tradicional peruana, por su antigüedad, su difusión, la riqueza de sus variantes y la peculiaridad de su sonido".
Las zonas altoandinas de Bolívia, Chile, el norte de la Argentina, y Ecuador, también expresan, de acuerdo al estilo y géneros propios de sus zonas, la bella sonoridad de este instrumento. Con la humilde quena puede interpretarse las obras más complicadas. No se necesitan las llaves de apoyo que tienen, por ejemplo, la flauta traversa o el clarinete, para que un buen intérprete nos haga vibrar con la intensidad de una sola nota, o nos sorprendamos con una soberbia prestidigitación.
En la década de los ochenta, llegó a Perú el suizo Raimond Thevenot, y se asentó en el valle del Mantaro (Matahuasi). Músico de formación académica, marcó un estilo impecable en su ejecución, llegando a interpretar temas del folklore latinoamericano y mundial. Todavía pueden verse algunas de sus quenas hechas de madera de diablo fuerte. Alejandro Vivanco creó el Orfeón de Quenas, llevando este instrumento a niveles sinfónicos. Pedro Chalco registró el estilo indígena del Cuzco. El gran Uña Ramos, del norte de la Argentina, puso en relieve la universalidad de este instrumento: grabó con el grupo Urubamba y participó en la grabación del dúo neoyorkino “Simon and Garfunkel” con el tema de “El cóndor pasa”, cantado por Simon y el legendario Duncan.
La lista de intérpretes es larga, sin embargo quiero resaltar la presencia de Víctor Valle “Tatanka” del grupo Alborada, un virtuoso con la quena, de la zona de La Quiaca del norte de Argentina, quien hace poco visitó nuestra ciudad y ofreció un taller para todos los amantes de este inigualable instrumento. Gracias che Víctor.

El anatomista

Federico Andahazi

Bertino, el discípulo, se persigno. No alcanzaba a descifrar si aquello era un exorcismo o si, al contrario, su maestro, estaba metiendo el diablo en el cuerpo de Inés. Casi cae desmayado al ver que, de pronto, la enferma abrió los ojos, miró en derredor, y totalmente en sí, se entregó a la diabólica ceremonia del anatomista. Los pezones de Inés se habían inflamado y erguido y ahora ella misma se los frotaba con sus propios dedos sin dejar de mirar al desconocido com lascivia, a la vez que musitaba unas palabras inintelegibles en español.

La fundación española de Jauja y sus implicancias en el presente

Hamilton R. Raymundo Rivera

El 17 de noviembre pasado se realizó un fórum panel, en la Municipalidad Provincial de Jauja, titulado: “Jauja, ¿primera capital histórica del Perú?”. El objetivo: contemplar la posibilidad de legalizar, mediante un decreto legislativo, dicho título a fin de que resalte nuestra condición de primeros elegidos por los españoles en el contexto de su empresa de invasión y conquista. Se expusieron tres puntos de vista.
En la primera exposición se detalló las veces en que Jauja se fundó y por ello la alta probabilidad, gracias a las evidencias encontradas, de la existencia de un Acta Fundacional, pero que hasta hoy es inubicable, situación que autorizaría el pedido ante el Congreso de la República.
La siguiente apreciación partió de una pregunta medular: “Realmente, ¿Qué les obliga a legalizar dicho título vía Proyecto de Ley?”. En todo caso, ensayemos una explicación. A la llegada de los españoles, el Tahuantinsuyo era la suma de señoríos regionales en proceso de consolidación nacional, y el llamado colaboracionismo, o abyecto entreguismo, de los Xauxas a los españoles (hecho comprensible), lo cual solo fue un craso error asumido por éstos en el proceso de la colonización.
Pero de ningún modo es razonable la intención de que ciertos ciudadanos jaujinos, cinco siglos después, pretendan legalizar dicho error, dándole una implícita aprobación, como si fuera de común consenso. No quieren darse por enterados que en primer lugar, los ibéricos eran sólo soldados empresarios, cuyo cometido se efectuó a través de capitales asociados, no los movía el interés de buscar alguna tierra prometida, sino solo el de recuperar y darle un valor agregado a lo invertido, solo fue una empresa privada.
En este negocio la Corona española inicialmente no intervino. Por tanto, todo lo que hicieron, incluso hasta el nacimiento de Doña Francisca Pizarro, fue sólo parte de un cálculo político y militar al cual ciertos personajes rinden sentidas pleitesías, tratando de revivir un pasadísimo regionalismo de connotaciones racistas, el mismo que continuaría justificando la actitud de presumirse citadinos de rancio abolengo, sustrato ideológico bizantino que seguirá dividiendo a la sociedad jaujina, en dos grupos: los que dicen poseer más derecho frente a los otros, manteniendo una invisible pero existente brecha, factor que terminará retardando la posibilidad (a sus nuevos habitantes), de hacerla suya. Y como no podemos amar lo que nos es extraño, continuará dificultando la construcción de una relación social más gnómica que permita el desarrollo de Jauja y, por lo tanto, forje un país de todas las sangres.
No quieren asumir que, desde las décadas de los 80´s y 90´s, ha empezado a fraguarse una nueva Jauja, mayoritariamente distritana, no de otras provincias y regiones; éstos son los nuevos paladines de la actividad comercial, educativa y hasta cultural; los mismos que se sienten herederos de los Xauxas, pero no de aquel señorío presente hasta los años 50, menos aún de los encopetados nacidos entre desde los 40, los mismos que han terminado retirándose mayoritariamente de esta ciudad a partir de la década de los 80´s.
La tercera propuesta afirma que dicho título permitiría gestionar recursos. Sólo nos limitamos a decir que es amoral y apátrida. Nos preguntamos: “¿Y si al benefactor no le gusta nuestra realidad histórica?”, sencillamente en nombre del dinero tendríamos que esconder la veracidad y nuestra verdadera identidad seguiría escondida en un sarcófago esperando su redención.