domingo, 12 de febrero de 2012

La conservación del patrimonio arqueológico y las iniciativas ciudadanas




Manuel Perales Munguía

Desde hace buen tiempo el patrimonio arqueológico ha sido considerado una suerte de obstáculo en el camino hacia el “desarrollo” por parte de ciertos sectores de nuestra población, especialmente por profesionales, empresarios y demás personas ligadas en forma muy estrecha a los campos de la construcción e infraestructura, agricultura, industria, transportes, energía y minería, entre otros. Esta situación, sumada desinterés de los gobiernos locales y al centralismo administrativo y la deficiente implementación del ente rector del sector, ha hecho posible que en las últimas décadas muchísimos sitios arqueológicos sean severamente afectados o que incluso hayan desaparecido por completo.
En medio del panorama descrito, resulta importante señalar que en los últimos años también se han impulsado, desde distintos frentes, interesantes propuestas orientadas a poner parte de nuestra vasta herencia arqueológica en el sitial que merece. Los proyectos de investigación, conservación y puesta en valor que en la actualidad se vienen llevando a cabo en el complejo Huacas de Moche o en los bosques de Poma en la costa norte del Perú, son ejemplos dignos de mencionar al respecto.
En el Valle del Mantaro y regiones aledañas, si bien aún no se ejecutan intervenciones arqueológicas de gran envergadura, poco a poco se está observando un mayor interés por este tema, según se concluye del mayor número de perfiles y expedientes que se vienen elaborando en el marco de Sistema Nacional de Inversión Pública y que toman en cuenta algún tipo de intervención en determinados monumentos arqueológicos. Sin embargo, un aspecto preocupante en relación a todo esto es que varios de tales estudios no han sido elaborados por especialistas idóneos en la materia o, en su defecto, no contemplan su participación, tanto en las fases de preinversión como de inversión.
Por otro lado, en el ámbito rural, muchas comunidades campesinas también han mostrado su interés en conservar y promover los restos arqueológicos que se encuentran en sus respectivas jurisdicciones. Más aún, en ciertas ocasiones estas iniciativas se han expresado en la construcción y señalización de caminos de acceso a tales lugares y en la ejecución de trabajos de “limpieza” y “restauración” sin el mínimo criterio profesional, trayendo como consecuencia, más bien, el aceleramiento del proceso de deterioro del monumento arqueológico intervenido y la destrucción total y definitiva de los depósitos estratigráficos que contienen los datos que requiere el arqueólogo para aproximarse a su historia.
Frente a esta situación, es urgente iniciar algunas acciones que permitan, por un lado, frenar la destrucción de nuestra herencia arqueológica y, por otro, canalizar mejor las iniciativas para su protección, que ahora están comenzando a surgir de la misma ciudadanía en general. Sobre este último punto es imperioso considerar el desarrollo mecanismos de diálogo permanente y efectivo entre la población interesada en la conservación y promoción de sus monumentos arqueológicos y las respectivas instancias del Estado, con la finalidad de brindar a estas personas y líderes locales las pautas para una adecuada elaboración, ejecución y fiscalización de futuros proyectos de puesta en valor, que garanticen la integridad del patrimonio arqueológico y la plena participación de las comunidades locales en dicha tarea.
Como se ha dicho, el diálogo es esencial en este quehacer, y los medios de comunicación deben brindar los espacios adecuados para su desarrollo y fortalecimiento. Precisamente “Solo 4” se ha constituido, desde sus inicios, en uno de estos espacios. Esperamos que este ejemplo estimule a otros medios para que contribuyan en alguna forma en la difícil y larga tarea de preservar nuestro riquísimo legado arqueológico para las generaciones venideras.

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