Millennium I: Los hombres que no amaban a las mujeres
Stieg Larsson
Esperó hasta que ella bajó la mirada, cosa que interpretó su misión. Luego se aproximó más. Lisbeth Salander abrió los ojos y se lo introdujo en la boca. Bjurman la mantuvo todo el tiempo cogida por la nuca apretándola violentamente contra él. Durante los diez minutos que estuvo moviéndose, entrando y saliendo, ella no paró de sufrir arcadas; cuando por fin se corrió, la tenía tan fuertemente agarrada que apenas podía respirar.
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