domingo, 12 de febrero de 2012

SALUDOS:

Zelideth Chávez / Presidenta del Gremio de Escritores del Perú

Manuel J. Baquerizo, extraordinario crítico literario, reivindicó la narrativa de provincias y femenina. En su ensayo: “Las Sherezadas – Cuentistas peruanas contemporáneas” destaca “la creciente presencia de la mujer como escritora”. El Gremio de Escritores del Perú, organiza el X Encuentro de Escritores Manuel J. Baquerizo, que se realizará del 16 al 18 de febrero de 2012, en Lima.

Javier Garvich

Un crítico que ahora no tenemos. Lector empedernido, capaz de leerlo todo y no despreciar nada. Un crítico que nunca dejó que se apilaran torres de libros que los autores le regalaban esperando una simple dedicatoria. Alguien democrático, que no se detenía en nombradías o títulos, que respetaba tanto al novel como al consagrado, que aguantaba al engreído y daba ánimos al modesto. Un crítico enamorado de la literatura andina, a contracorriente de sus pares limeños que sentenciaban que después de Arguedas no había nada que valiera la pena en el interior del país. Y sobre todo, un crítico humilde que sabía que su tarea no era tanto crear un canon o fungir de juez supremo, sino solamente dar a conocer a los demás la belleza de nuestras letras e instarnos a leerlas. Un crítico, una época, un estilo que no ya no tenemos. Y que necesitamos.

Rafael Gutarra

La tenaz labor del Dr. Manuel Baquerizo en las Universidades de Huamanga y Huancayo merece ser reconocida por todo hombre sensible y emprendedor, así fueron apareciendo “Universidad”, “Caballo de Fuego”,” Kamaq Maqui”, “Proceso” y “Ciudad Letrada”. Las revistas en el Perú del siglo XX contienen los rastros del camino por donde transita el hombre peruano en busca de su realización humana.

José Oregón Morales

Manuel Baquerizo fue la generosidad, el estímulo a los nuevos valores; Quijote de este tiempo, luchador nato por la tradición del pueblo. Apasionado ensayista, memoria del Perú. Abrió nuevos caminos para los nuevos escritores a través de “Proceso”, “Caballo de Fuego”. Sin egoísmo nos relacionó con universidades norteamericanas y europeas para que conozcan nuestro trabajo. Atesoró dentro de su pecho nuestros borradores y les dio nacimiento con sus palabras preñadas de sabiduría y esperanza. Fue como la “marmaquilla” que aunque echa sus huesitos negros, tiene un corazón muy bello.

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